07 enero 2015

Sin tirar un tiro


Por: Jorge Luis Peña Reyes

Un miembro de la iglesia de Gibara le avisaba a otra de la llegada  de un grupo de hermanos estadounidenses con quienes que llevábamos muchos años de relaciones fraternas, mas lo hacía de la forma más cubana posible: “Nereida, ya llegaron los americanos” y Nereida con la madrugada y el sueño encima respondió: ¿Pero y sin tirar un tiro?
El chiste  habla de los lazos de hermandad que la iglesia cuáquera cubana sostuvo en medio de circunstancias de mucha tensión política, de una cultura de diálogo por más de un siglo  que hoy puede ser referente para las  relaciones diplomáticas que se avecinan y que tendrán, para ser exitosas, que incluir el ingrediente de la cordialidad y la búsqueda de lo común por encima de nuestras diferencias que pueden o no ser muchas.
Más que enumerar cuáles son nuestros puntos de separación, podemos como iglesia Cuáquera  relacionar aquellos que nos unen al pueblo estadounidense, a fin de cuentas con los soviéticos teníamos desde el punto de vista cultural más diferencias y las logramos disimular cuando las agendas de intereses se alinearon. Tal vez no veamos demasiados lazos en nuestros enfoques políticos, por un diferendo de más de medio siglo, pero lo que une no es la política sino el corazón humilde de los pueblos, la política es solo una manera condicionada de reflejar esas relaciones.
Hoy cuando lo que más preocupa al gobierno cubano es la penetración ideológica y el colonialismo cultural, que sin dudas es un hecho en otros países de la región, somos testigos de un proceso en el que la mayoría de las iglesias cubanas tuvieron esa chispa fundacional de los misioneros norteamericanos y eso no quiere decir que nuestras iglesias no sean hoy profundamente cubanas. Desde un inicio los misioneros coincidieron en limitar su empujón y ayudar a que la iglesia cubana, tomara las bridas de una  obra que trascendería el encontronazo de las culturas. La identidad propia es nuestra mejor garantía.
Heredamos su himnología, su manera de organizar la historia, su modo de hacer, pero terminamos por imprimirle naturalmente un sello propio a nuestro quehacer eclesiológico. Hoy el celo por la identidad y la conservación de ese patrimonio revela que muchos de aquellos americanos vieron morir o disolverse su propia familia al lado de los cubanos con una decisión  irresoluta por la misión a la que fueron llamados, como el caso de Enma Phillips de Martínez quien le escribió al Board de misiones* el 7 de diciembre de 1921 (ocho años antes, había quedado viuda y sin ningún lazo sanguíneos en Cuba):
“A pesar de mi edad, (61 años) mi decisión está hecha, si la iglesia madre me falla, Dios no me fallará. El trabajo de mi vida continuará entre las personas a quienes él me ha enviado, yo estoy confiada en que el Señor me dará fortaleza física en estos tiempos de incertidumbre, tal que venga lo que pueda venir, me será posible seguir adelante en su causa, sin ayuda financiera, si esto fuera necesario.”Hacia el año 1925 resultaba imposible que el Board continuara enviando dinero a Cuba y ante esta situación su firmeza no se hizo esperar:
...puede(n) borrarme de la lista de pago .... El Señor proveerá y continuaré con el trabajo en Puerto Padre”.
La infatigable maestra Enma Phillips de Martínez murió en mayo de 1946 y el ayuntamiento de Puerto Padre declaró ese día de duelo por la separación de una de las más consagradas maestras norteamericanas que tuvo nuestro país, fundadora de la obra evangelística y de los colegios de Gibara y Puerto Padre. 

Desde inicios del siglo veinte las relaciones de la Iglesia Cuáquera de Cuba y Estados Unidos han crecido a tal punto que no solo se habla de beneficios unilaterales en medio de penurias económicas, sino de cómo la iglesia cubana contribuye a la fe de la nación que consolidó el cuaquerismo en las Américas. Tal vez la crisis económica nos enseñó a vivir la promesa del nuevo amanecer en manos del Señor y esto resulta para algunos una experiencia nueva a la hora de entender su espiritualidad.
En 1993 nació el puente de amigos con hermanos de Nueva Inglaterra. Aunque de todas partes de Los Estados Unidos viajaban a Cuba, los de esta región específica tuvieron una mayor proximidad a la isla. Muchos edificios con lo que la obra soñó, tienen la huella de la amistad y la cooperación de esos hermanos del norte. Las brigadas para edificar, reparar  y pintar templos, campamento de familias o casas pastorales eran solo oportunidades para hermanarnos más. O una relectura de la frase martiana “Subir lomas hermana hombres”
Sin tener en cuenta esas “irreconciliables relaciones políticas”, nos mezclábamos de un modo en el que no resultaba fácil la distancia. Ellos se las agenciaban para venir a Cuba en medio de prohibiciones y multas  astronómicas y nosotros hacíamos un espacio en nuestras casas para hospedarlos con todas las limitaciones habidas.
Eso produjo ligaduras firmes de tal modo que muchos del otro lado de las aguas ya no serían los mismos después de las visitas.
La primera vez que realizaba trámites para viajar a Los Estados Unidos, un miembro de mi familia me preguntó ¿Y de verdad serán buenos? Y es que nuestra mirada filtrada por la política, las tensiones, la falta de diálogo y fraternidad entre las poblaciones civiles, no dejaron claras las diferencias entre pueblo y gobierno. En medio todavía de estas confusiones, recibimos los cubanos esa promesa del diálogo y entendimiento entre las dos naciones.
Hace apenas tres años. El Instituto Cuáquero Cubano de paz (ICCP) vio la luz gracias otra vez más al apoyo metodológico, profesional y financiero de los americanos, un espacio para la reflexión conjunta en temas de paz y transformación de conflictos que  abren puertas para intentar la reconciliación a niveles donde la violencia en contextos propios y latinoamericanos no habían sido percibidos y eso nos provee de herramientas útiles que hoy ponemos a disposición de quienes quieran resolver diferencias de cualquier índole.
Dios quiera que las familias cubanas y estadounidenses tengan un vínculo mayor, que el diálogo establezca relaciones más justas y efectivas y que los errores del pasado no continúen alimentando  posiciones rígidas para el entendimiento de dos pueblos que pese a sus discrepancias políticas, han trenzado lazos como pocas naciones de la tierra.


*American Friends Board of Missions: Asociación  precursora del FUM que se  fundó en Indiana a finales del siglo 19

1 comentarios:

  1. Gracias Jorge Luis por continuar con esa búsqueda de conocernos alma a alma, frente a Dios.

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