24 mayo 2014

El arte de la fugacidad

El arte de la fugacidad

Por: Jorge Luis Peña Reyes

Hacer por la cultura desde el lugar donde se vive lo tiene muy claro Guillermo Castillo Ramírez, un maestro que al igual que Raúl Ferrer y Onelio Jorge Cardoso trascendieron el aula para poner en mano  de los infantes el milagro de la creación, a fin de hacer de esos hombres  del mañana, personas plenas y diferentes.

Desde su humildad, el maestro de la Escuela Julio Antonio Mella  de Vedado 3 en Chaparra, nos relata de sus inicios en el trabajo artístico con niños en el terreno de la décima.

“Eran los finales del la década de los noventa, cuando tuve la idea de conjugar el desarrollo del léxico, los procesos de la memoria y los que tienen que ver con los procesos lógicos del pensamiento, conociendo de antemano las posibilidades que ofrecía el repentismo  en  personas  que aunque no tenían un elevado nivel cultural eran capaces de trasladar una imagen visual o virtual a un hecho literario de mayor o menor envergadura”.

“Esto me atrajo, agrega, a utilizar este arte como un recurso para fomentar la creatividad en mis estudiantes  y a la vez desarrollar  una actitud  ante una de las tradiciones más arraigadas en la cultura cubana y fundamentalmente en la población campesina: el cultivo de la décima. Por ese apego a la radio y al ejercicio de estas prácticas culturales entre los vecinos, fue muy bien acogido el proyecto entre los niños y sus familiares. Así nació en 1995 el taller de repentismo que luego se llamó Seguidores del Cucalambé, antes de que Alexis Díaz Pimienta extendiera  esta metodología útil de los (TERI) talleres de repentismo infantil,  a lo largo del país”.

En una conjunción natural entre el maestro que eres apropiado de las herramientas de  la poesía, nace Ortodecimante.
“Ortodecimante es un cuaderno de ortografía que aborda 40 reglas básicas desde el molde octosilábico de la décima, con la promesa de convertirse pronto en un disco asumido por la disquera cubana Bis Music en coordinación con la Casa Iberoamericana de la Décima El Cucalambé de Las Tunas y que mostrará su contenido a partir del trabajo con las tonadas en voz de 33 niños, de ellos once tuneros. El disco está terminado y solo falta la fase industrial para su reproducción. Se grabó en los estudios “Eusebio Delfín” de Cienfuegos en abril del 2013”.
El  gerente general de los estudios de Bis Music en Cienfuegos, Gustavo Uribarri Marrero, aseguró a Prensa Latina que los grabadores del disco y el resto del personal “nos quedamos impresionados por la alta calidad de los niños artistas”.
Supone un reto aunar en un mismo espacio niños de diversas latitudes y tendencias y además de la intención didáctica abrir  el horizonte hacia otros objetivos.
“Parte del disco, precisó Guillermo, saldrá  en formato DVD con videos clip incluidos a fin de llevar de una manera fresca todo ese rico espectro cultural cubano de la décima, que tiene en los niños repentistas su principal renovación”.  
“Tenemos niños desde 6 hasta 15 años”, asegura la musicóloga. Sonia Pérez Cassola en declaraciones para el portal Azurina  “Una maravilla, porque están cantando esas tonadas que ya no se oyen y que pasas trabajo para que un profesional las cante”.
Nos cuenta Guillermo que  el proyecto discográfico tiene la asesoría de un editor de la talla Tupac Pinilla, “es un producto artístico sin precedentes y con un alto nivel estético. Paralelo a este universo  sonoro se perfila un cuaderno plegable ilustrado por Pilar Hernández”
“Cuando apenas nacía el libro, relata Guillermo  tuvimos apoyo de Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí  que nos orientó cómo llevar en forma simple todo el contenido. Se espera, de acuerdo a coordinaciones que se realizan, que una editorial colombiana también se  interese en publicarlo, además de que en el encuentro con niños repentistas en Querétaro, México el año pasado existió interés de asumirlo”.
El volumen tiene interés educativo aunque se definen otros derroteros. Su autor agregó  que  el cuaderno está en manos del Departamento de Filología y Lingüística del Ministerio de Educación que valora la posibilidad de extenderlo a cada niño cubano como parte de sus materiales escolares. Este  manual ortográfico incluye además del valor lúdico, componentes  artísticos, lo cual facilita un aprendizaje con importantes valores  añadidos.
Sin dudas el talento que pocos  ven, allí, donde no es fácil el acceso de especialistas, lo salva gente simple y enamorada que toman con un  empeño de  sacerdocio la aventura de la instrucción artística en los niños. Guillermo Castillo Ramírez, “el maestro”,  tiene mucho que enseñar. Su fe en el mejoramiento humano hace que el arte de la fugacidad sea una huella permanente en esos pequeños que ya no son los mismos.    

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