18 julio 2011

Caminos líricos cubanos

José Martí: la esencia

Por Jorge Luis Peña Reyes

La lírica cubana para niños, todavía sufre del paisajismo contemplativo, del minimalismo vacío y del arraigamiento a estructuras poéticas demasiado convencionales. Hay asomos interesantes y maneras múltiples de ver la poética infantil. Existen muy buenos libros y también muy buenos autores, aunque no una línea que garantice valores estéticos coherentes.
Los caminos todos son válidos, pero incluyen riesgos, estaríamos muy mal si todos se acercaran al fenómeno literario desde el mismo cristal.
Ya creo que pasamos la era de las jitanjáforas (recurso que permeó la poética para niños en la década del ochenta)* y ahora hay una búsqueda más profunda en cuanto a temas sociales complejos, a partir de la fabulación y la sugerencia.
Toda poética no tiene por qué construirse a partir de temas problémicos de la sociedad, pero tampoco debe primar en el balance creativo de los autores del panorama nacional, una literatura escapista y mojigata, porque los niños cotidianamente se preguntan sobre el divorcio, la moda, el sexo, las carencias, la violencia familiar, la muerte, etc. No se puede evadir tanto compromiso con esos lectores.
Nelson Simón
Hay quienes asumen la poética desde el pasado, recreaciones de figuras de la música y el arte en general. Entre los libros en esa perspectiva, pueden mencionarse Maíz desgranado de Nelson Simón y La rosa en el zapato del espirituano Ramón Luis Herrera. El riesgo de este ángulo es hablar de referentes que no le dicen nada al niño de hoy. Se impone el recurso lúdico.
Otros trabajan desde los textos clásicos con sugerentes aportes hermenéuticos, (reinterpretación de los contextos y códigos modernos).
En este ambiente aparecen textos donde el lobo feroz le escribe un Fax a Caperucita o donde la Ballena le pide perdón Jonás por lo de tiempos atrás, como no enseñó Mirta Aguirre en su colección Juegos y otros poemas. El peligro es quedarse anclado en la historia que le dio origen, y en el ornamento de la forma sin mostrar otra novedosa arista.
Conceptualizar es a mi modo de ver lo que más exige de los autores, definir qué cosa es la felicidad, la patria, el abrazo; del modo en que lo hizo Excilia Saldaña con su icónico libro La Noche.
Exige de los autores un oficio y un alto conocimiento de los recursos de la síntesis, a fin de hacer universal cada concepto.

Excilia Saldaña
(1946-1999)
No son ya un atado de poemas las piezas que conforman un libro para el público infantil. En el afán de hacer más atractivos los cuadernos poéticos, los autores cuentan una historia bien delineada a través de los textos, o de elementos ilustrativos que hilvanan temáticamente los poemas y le aportan una organicidad diferente.
Se confunde todavía el cuento en verso con el poema narrativo. Por su rareza, hay que estimular el género nacido de la oralidad de los pueblos, con una clara diferencia entre un poema narrativo y el cuento en verso que tiene una estructura narrativa definida, aunque repose en elementos de la musicalidad y la métrica.
El crítico cubano Joel Franz Rosell, apuntaba la necesidad de aportarle el ingrediente cubano a la literatura para niños de la isla. No solo la parte de la cultura afro, también el humor, la picardía del cubano y creo que la elección de la décima distingue hoy la poesía para niños que se hace en el país. Aunque hay elementos de la espinela todavía por explotar. Es poco frecuente leer una controversia en un libro de poesía para niños o utilizar las potencialidades del verso encabalgado con el propósito de salirse del octosílabo que a veces limita los pulmones del verso.
Selecciones de poesía para niños de diversas regiones del país, Como Reino en papel en Sancti Spíritu a cargo de Mildre Hernández Barrios y Anaquel de sueños, selección, notas y prólogo de Yoel Izaguirre de Bayamo que recoge la poesía escrita por autores granmenses, son más dadas al romance, a la redondilla y a la cuarteta, por eso fue una sorpresa evaluar la calidad de la poesía y fundamentalmente de la décima en la provincia de las Tunas, tierra de Juan Cristóbal Nápoles fajardo, el Cucalambé.
Aún cuando la décima, es un rígido espacio, el octosílabo dedicado a los más pequeños, tiene que apoyarse en una sugerente historia e incluir en tan poco universo esa gracia, capaz de disimular las costuras y artificios de la rima.
Todo es válido y riesgoso, pero uno debe tratar de ser diverso y explorarlo todo. Creo que la poética para niños debe asumir, de una vez por todas, el complejísimo tiempo que vivimos con escasos finales felices. Tampoco debemos excedernos en fotografiar determinadas realidades verdaderamente traumáticas.
En la literatura es importante el qué, pero el cómo es determinante. Considero que la fabulación de nuestra realidad puede ser clave para entender el camino o proyectarlo más allá de las costas.
Aramís Quintero. Foto: Flickr
Si tuviera que salvar libros que a mi consideración tienen el concepto de poesía que necesita el actual contexto social, tendría en cuenta ante todo la esencia martiana y además contaría con los títulos Machacando almendras de Eric González Conde, Maíz Regado de Aramís Quintero, La Noche de Exclia Saldaña, El silencio de los peces de Eduard Encina, El Arca de No sé, de Ronel González, textos de Luis Caissés, José Manuel Espino y Mildre Hernández Barrios, así como de Maylén Domínguez. Sin negar las voces fundacionales de David Chericián, Eliseo Diego, Nicolás Guillén y Mirta Aguirre.
En Cuba, a pesar de los vaivenes, se garantiza calidad y protección editorial a la poesía para niños, aunque aparejado a la mejor literatura se promueve otra de dudosos matices, como ocurre en el resto del mundo, casi siempre en matrimonio con muy buenas ilustraciones y capaz de guiar a los niños hacia el apetito del color.
Más importante que todo lo anteriormente mencionado es penetrar en las esencias literarias y no desligarnos de que el arte aunque tiene sus límites para responder, intenta inquietar al ser humano e indicarle dónde está la belleza de las cosas.

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